“Hacer que las cosas sucedan”, es la característica que encontraremos si analizamos el comportamiento de personas exitosas. Entre las cuales encontraremos muchos líderes de equipos, quizá jefes, gerentes o hasta directores de empresas pequeñas, medianas o grandes.
“Hacer que las cosas sucedan”, implica llegar a la meta, que el cliente se sienta satisfecho y que uno se sienta contento con su aporte al cumplimiento del objetivo.
El problema es que algunas veces, lo último no es tan cierto.
Hace unos años escribí un post que resumía mi forma de pensar respecto a las trabas que identifiqué en el trabajo (de esa época).
Esto pues, muchas veces al empezar el trabajo, nos centrábamos en intentar entender el detalle y/o cómo se harían las cosas, cuando en realidad lo primordial era comprender a nivel general, la funcionalidad que se buscaba cubrir.
En resumen, perdíamos el tiempo intentando entender el ¿Cómo? cuando lo importante era el ¿Qué?
Como dije al empezar este post, han pasado los años y ahora entiendo que en realidad estaba equivocado.
¡Nos ha pasado a todos! En algún momento tuvimos que aprender a planchar nuestra ropa y en ese instante -o cuando planchamos- hemos pensado que hacer ese tipo de cosas es una pérdida de tiempo, que eso no debería contar cuando expones en la universidad, el trabajo o cuando te presentas a una entrevista.
A pesar de ello, también sabemos o luego aprendemos que dichos aspectos sí cuentan, y que hay veces en las que seguimos y respetamos las buenas costumbres solo porque la sociedad así lo ha determinado.
Hace ya un buen tiempo, Pepe fue ascendido a Jefe de área, y posterior a la noticia, conversé con él. De esa reunión resalté tres principios muy importantes:
Realización personal: Si bien es cierto sus actitudes (y resultados) demostraban que el ascenso era merecido desde tiempo atrás, Pepe solicitaba reuniones de feedback a su eventual jefe. No pedía ser ascendido, preguntaba sobre aquellos aspectos personales que le faltaban cubrir para sentirse merecedor de un puesto con mayor responsabilidad.
El equipo tiene que estar preparado: Cuando eres ascendido se espera que tus resultados mejoren pues ahora tienes un equipo que heredará tu forma de trabajo, tus buenas prácticas. Entonces, Si te conviertes en el jefe del equipo con el que trabajabas y no irradiaste tu forma de ser, empezarás desde cero con ellos.
Nadie trabaja como tú: Ascender conlleva menor cantidad de acciones operativas y eso no significa que trabajarás menos, significa que tendrás nuevas funciones y que las que hacías, las hará tu reemplazo, quien no necesariamente tiene todas tus habilidades ni tu velocidad.