Créanlo o no, todos tenemos una historia para contar. Y si aún no nos ocurre, pues nunca es tarde para revisar –o crear– esa lista de cosas que queremos hacer.
Les comparto un corto que descubrí en el viaje de retorno a casa luego de vivir unos meses lejos de esta, y que, casualmente al volver –y para poca sorpresa de mi madre–, me quedé pocos días en Lima porque ya tenía planificados muchos viajes dentro de mi querido país.
Confieso que dudé –muy poco, la verdad– en compartir el video en LinkedIn (red donde publiqué originalmente este post), porque dicha red social se enfoca muchas veces en temas netamente laborales, pero saben, hace mucho descubrí que el trabajo es solo un medio para el fin, que debería ser vivir, hacer el bien y sentirnos bien ¿no?
Que te quieran preguntar ¿cómo hiciste eso? Nos debemos enfocar en información concreta que refleje acciones y logros a lo largo de nuestra vida. Mucho mejor si denotan eficiencia, o productividad. Ahora, si agregamos indicadores porcentuales, genial.
Que vean que no vives para trabajar Como es natural, los logros profesionales aportan a nuestro perfil, pero hay mucho más por decir si se consideran –de manera sincera– otras facetas. Esto podría incluir aficiones, estudios –no necesariamente afines a la carrera– o apoyo a organizaciones sin fines de lucro.
Que sepan dónde encontrarte Puedes no hacerlo –pues igual te buscarán– pero creo que un perfil profesional es más completo si incluye pistas de donde encontrarnos (links, usernames, etc.), mucho mejor si antes hacemos el ejercicio de buscarnos en Google o similares, y tomamos dichos resultados como base para identificar dónde mejorar.
Bonus track Dando por descontada una adecuada revisión ortográfica/gramatical, no debemos olvidar la importancia de que nuestro perfil profesional debe ser una historia bien contada, concreta, y claro, auténtica.